La vasectomía sigue siendo la solución más exitosa como método alternativo de anticoncepción masculina, con tasas de morbilidad muy bajas. Sin embargo, las dificultades para revertir con éxito el procedimiento siguen siendo problemáticas.
Aproximadamente entre el 3 % y el 6 % de los hombres optan por la reversión de la vasectomía debido al fallecimiento de un hijo, al divorcio y nuevo matrimonio, a cambios en su situación económica, al deseo de tener más hijos dentro del mismo matrimonio o para aliviar el temido síndrome de dolor post-vasectomía.
Para recuperar la fertilidad después de una vasectomía, las opciones incluyen someterse a una reversión de la vasectomía o a una fertilización in vitro con inyección intracitoplasmática de espermatozoides (FIV/ICSI).
La reversión de la vasectomía se logra mediante una de dos técnicas: vasovasostomía (VV) o vasoepididimostomía (VE).
A diferencia de la vasectomía, la reversión de la vasectomía es un procedimiento mucho más complejo técnicamente, realizado solo por una minoría de urólogos y que supone una mayor carga económica para el paciente. El interés en este procedimiento ha aumentado desde la aparición del microscopio quirúrgico en la década de 1970, lo que condujo a una mejora en la permeabilidad y las tasas de embarazo tras el procedimiento.
Factores pronósticos en la reversión de una vasectomía:
Aunque la reversión de la vasectomía es técnicamente factible en la mayoría de los hombres, sus indicaciones y éxito final no solo dependen del factor masculino sino también de factores relacionados con la fertilidad femeninos. La edad y la fertilidad de la pareja femenina deben considerarse cuidadosamente en las discusiones sobre el pronóstico para lograr un embarazo exitoso después de la reversión de la vasectomía.
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