La disfunción eréctil se define como la incapacidad persistente de lograr y mantener una erección suficiente para permitir un desempeño sexual satisfactorio. Esto puede afectar la salud psicosocial y tener un impacto significativo en la calidad de vida de los pacientes y sus parejas.
La disfunción eréctil es un síntoma, no una enfermedad y comparte factores de riesgo comunes con la enfermedad cardiovascular. Los principales factores de riesgo son la edad, la diabetes mellitus y la hipertensión arterial, la obesidad o el síndrome metabólico, la falta de ejercicio, el tabaquismo y el consumo de drogas, el hipertiroidismo, la deficiencia de vitamina D y ácido fólico, la depresión y trastornos de ansiedad, la enfermedad inflamatoria intestinal, el síndrome de dolor pélvico crónico, la prostatitis crónica y la eyaculación precoz, entre otros. Actualmente también se ha demostrado una asociación entre la aparición de disfunción eréctil en hombres que han tenido COVID-19.
La fisiopatología de la disfunción eréctil puede ser vasculogénica, neurogénica, anatómica, hormonal, inducida por fármacos y/o psicógena. En la mayoría de los casos, pueden coexistir numerosas vías fisiopatológicas y todas ellas pueden afectar negativamente la función eréctil.
Los pacientes que buscan tratamiento para la disfunción sexual tienen una alta prevalencia de enfermedad cerebro vascular. La disfunción eréctil aumenta significativamente el riesgo de enfermedad cardíaca coronaria, accidente cerebrovascular y fibrilación auricular, por lo cual las actuales directrices proponen al momento de evaluar y tratar paciente con disfunción eréctil enfotarse en optimizar la función sexual y preservar la salud cardiovascular.
En la evaluación diagnostica inicial de los pacientes con disfunción eréctil, la historia médica y sexual, el examen físico y las pruebas de laboratorio, incluido el perfil metabólico y hormonal, pueden identificar factores de riesgo y pueden ayudar a definir la etiología.
Algunos pacientes pueden necesitar pruebas diagnósticas específicas como: de tumescencia y rigidez del pene, estudios vasculares, estudios endocrinológicos especializados o evaluación psicodiagnóstica especializada.
El tratamiento de la disfunción eréctil debe ser personalizado y adaptado a cada paciente, según la invasividad, la tolerabilidad y la eficacia de las diferentes opciones terapéuticas y las expectativas del paciente. En este contexto, los pacientes deben recibir asesoramiento completo con respecto a todas las modalidades de tratamiento disponibles.
Es importante en cualquier escenario evaluar bien la causa de la disfunción eréctil y no automedicarse, la evaluación adecuada puede no solo mejorar tu vida sexual sino cualquier otro problema latente y evitar complicaciones.